lunes, 12 de marzo de 2012

El Literato

Por razones que no vienen al caso, recientemente recordé uno de los momentos más cómicos que me ha regalado RNE. Ironías de la vida, no se trató de un espacio cómico —aunque confieso que Garrido, Wyoming y Juan Luis Cano los jueves por la tarde es para partirse la caja—, sino de una entrevista a nada más y nada menos que Roberto Iniesta, más conocido como El Robe. Sí, ese señor que nos vomitaba lo más oscuro de su alma a través de la voz de Extremoduro. Con la venia de RTVE, os pego el fragmento de la entrevista.



Si has escuchado el fragmento entero, igual te estás preguntando: ¿dónde está la gracia? Si es así, será mejor que no sigas leyendo. Creo que ya le caigo mal a suficiente gente. 

Este señor fue un ídolo para muchos jóvenes españoles que disfrutaron de su adolescencia durante los años noventa. Hace unos pocos años, leí una entrada en un blog que no he sido capaz de encontrar. En ella su autor, el cual se declaraba fan de Extremoduro, reconocía que aquella música no era precisamente una de las mayores obras artísticas que habían caído en sus manos. Si no recuerdo mal, lo calificaba de música caca-culo-pedo-pis, en referencia a la gran popularidad que alcanzaron esas melodías simplonas cargadas de "mierda", "puta", "joder", etc, culminando en títulos como Iros Todos a Tomar Por Culo. Aquel autor relacionaba el éxito del grupo con el hecho de que fueran pioneros en el uso de un lenguaje malsonante que, hasta entonces, nadie se había atrevido a emplear. Desde luego ha habido otras muchas bandas que han ido mucho más lejos, pero es posible que Extremoduro fuera de las primeras. El autor recordaba cómo aquellas cintas se pasaban de mano en mano con el caca-culo-pedo-pis como principal atractivo. Imagino que para él y sus amigos sería algo del estilo de la primera revista porno.

Ya he entrado a valorar la calidad artística de su música, y con ello habré conseguido cabrear a casi toda mi generación. Pero no escribo por eso, no. Por encima de la faceta musical de este señor, me parece más digna de comentar su faceta de escritor. Para cualquiera que sea capaz de dejar a un lado, aunque sea por un momento, la nostalgia por su época adolescente, habrá detalles que no habrán pasado desapercibidos. Pero aún así, me parece digno destacar lo siguiente:

  • Esa voz. Este señor —se rumorea— tuvo sus más y sus menos con las drogas, el alcohol y la mala vida. Cuando uno escucha una entrevista radiofónica a un escritor —persona humana que ha escrito un libro—, supongo que lo último que espera es escuchar una voz que recuerda al personaje de Coke en La que se Avecina. Pero sí, señores. Es realmente difícil dejar de imaginárselo con el teléfono en una mano y la litrona en la otra —por no hablar del porro encima de la mesa— mientras nos habla de su libro. 
  • Momento confesión: "me tiré muchos años sin leer nada". Cualquiera pensaría que, para escribir un libro, es condición necesaria haber leído. Pero parece que no es así. 
  • Momento formación. "Has estudiado gramática y latín". Igual es pensar mal —que no digo que no—, pero eso suena a "has tenido que aprender a construir frases tú solito". Joder, Garrido, ¡cómo te pasas! Menos mal que El Robe está aquí para aclarárnoslo todo: nos responde con una disertación acerca de coger soltura escribiendo y conseguir que la gente comprenda lo que quieres transmitirles. Eh... mejor vamos con la siguiente pregunta.
  • Momento "si quieres saber de qué va el libro, cómpralo". Igual es pensar mal —que no digo que no—, pero da la sensación de que Garrido tiene instrucciones muy precisas de no preguntar por la temática del libro. Viniendo de un señor que —con sus santos cojones— fue capaz de detener un concierto porque había personas que estaban viendo el espectáculo desde fuera del recinto sin pagar entrada, no sería de extrañar. Igual piensa que, si sabemos de qué va el libro, no querremos comprarlo. 
  • Momento "¿ein?". Tras una —complicada— retórica por parte de Garrido acerca del  público objetivo de la novela, llega el momento de responder. Se hace un silencio incómodo de unos pocos segundos, roto por la voz temblorosa de nuestro escritor y un montón de frases con las fórmulas como "no sé..." o "sí bueno...".
  • Momento técnica. Kallene se interesa por la técnica literaria empleada para desarrollar el hilo conductor. ¿Respuesta? Pues mi propia técnica. Tronco, que yo soy el puto amo —bueno, esto último no llega a decirlo aunque parece pensarlo—.
  • Momento currante. Garrido suelta, "Robe, ¡a ver si ahora te va a dar por trabajar!". Respuesta: "¡Eh! ¡Que ahora yo ya no soy un gandul, hombre!". Vaya, yo que le imaginaba doce horas diarias encerrado en una biblioteca. Por cierto, esa voz... ¿seguro que no es Coke?
  • Momento literato. Igual es pensar mal —que no digo que no—, pero yo pondría la mano en el fuego a que cuando Garrido le llama "literato", este señor no tiene ni idea de qué significa esa palabra. Se va por los Cerros de Úbeda, soltando no sé qué rollo sobre premios al más tonto —de verdad que no puedo dejar de descojonarme recordando esta parte—. Cualquiera pensaría que, para escribir un libro, es condición necesaria tener un mínimo de léxico. Pero parece que no es así. 
  • Momento "¡ay, qué mono!". En un momento dado, Garrido y Kallene pasan del contenido al continente, empezando a discutir lo bonita que es la edición y lo maravillosas que son las ilustraciones. A esas alturas la cosa ya es delirante. Parece que están entrevistando a un chaval de diez años que ha ganado un premio —no, al más tonto no— al mejor trabajo de literatura de su colegio. Uno empieza a plantearse si Garrido y Kallene no están tratando de quedarse con él. Parece que se oyen risas de fondo. No, no son risas. ¿O sí? 
  • Momento autocrítica del libro. Esa frase aplastante de "yo no he querido que el argumento fuera demasiado importante". Ahí. Con dos cojones. ¿Quién le da importancia al argumento de un libro? ¡Minucias! ¡Minucias! Donde estén unas buenas ilustraciones...

Y la entrevista termina tras casi quince minutos intensos, pero agradables. 


Bueno, Robe. Mis disculpas por una crítica tan ácida, casi cruel. Realmente, tú no tienes —toda— la culpa. Al fin y al cabo, eres un músico de punk-rock. No tienes por qué saber hablar en público, ni haber leído un libro en tu vida, ni tener el léxico de un académico, ni saber escribir. Muchas personas maravillosas tampoco cumplen tales requisitos. Otras, menos maravillosas —como yo—, tampoco lo logramos. Claro que ni a unos ni a otros nos da por escribir literatura. Pero aún así, el problema —mayormente— es de otros, en cuanto alguien llega a la conclusión de que tú, por el hecho de ser popular —o famoso—, tienes algo que decir. Es lo mismo que nos conduce a sinrazones como que Mario Conde publique un manual para sacarnos de la crisis —económica, se entiende— y haga lleno absoluto el día de su presentación. O que Jesulín de Ubrique publique un disco de baladas con las que no dejaron de bombardearnos en su día. Somos demasiado imbéciles para darnos cuenta de que la fama es sólo eso, fama. Y no conlleva privilegios ni dotes especiales más allá de los méritos que la acompañaban cuando apareció. Sería mejor que El Robe se limitase a tocar punk-rock, Mario Conde a —según sentencia firme— apropiarse de lo ajeno, y Jesulín a masacrar toros. Pero sería aún mejor que todos tuviéramos el juicio necesario para no interesarnos por cualquier sandez que se le ocurra al famoso de turno. Hay muchas buenas novelas, muchos buenos manuales de macroeconomía y muchos buenos álbumes para que estemos perdiendo nuestro tiempo y dinero escuchando a la persona equivocada. 

2 comentarios:

  1. Ummm... muy fan muy fan de Extremoduro no soy... Pero me temo, que la sensibilidad, la capacidad de usar el lenguaje y el verso, y la calidad de las musas que se cepilla este señor están más allá de toda duda. Seguro que te sorprendía con algo más que caca/culo/pedo/pis si lo revisitases ahora ¿No oíste La ley Innata?... creo que su libro puede ser muy interesante. Yo le echare un ojo.

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  2. Perrolobo,

    Lo de las musas que se cepilla no lo pongo en duda, aunque sí dudo que sea relevante a la hora de convertirse en escritor —a no ser que se trate de literatura erótica—. Pero con letras como "Bribriblibli Bli Bli Bli ¿Dónde están? Bribriblibli Bli Bli Bli ¿Mis amigos?" o "Extremaydura, tus mujeres nos la ponen", no afirmaría que este señor tenga esas grandes dotes para la poesía que le atribuyes. Y desde luego, en esta entrevista no demuestra ser un maestro del lenguaje y la palabra. Más bien parece otro rockero más pasado de vueltas. Lo cual está de puta madre. Bien nos vendría tener más rockeros y menos artistazos solistas guaperas de la MTV. Pero ser rockero es una cosa y tener talento para escribir literatura otra muy distinta.

    No obstante, cuando te hayas leído el libro me cuentas qué tal. Al menos nos desvelas la temática ;-)

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